sábado, septiembre 09, 2006

Writting in my underwear

Tras unos días de cautiverio que finalizaron en otra fustración sentimental más, de esas que parece que se han puesto de acuerdo este año para ser las protagonistas de las conversaciones mantenidas por mis neuronas, me despierto hoy sábado, tras una noche más sin dormir a gusto: dudo que sea el calor; algo habrá, algo habrá. Será cuestión de rascar un poco. Sospecho que puede ser otro ataque de soledad que padezco de forma crónica desde hace varios años y que no me permite estar a gusto ni conmigo mismo.

En fin, noche insípida la de ayer salvo por el cus-cus al que fui invitado para cenar. En verdad, día insípido, semana insípida. La ausencia de sabor viene ocasionado por el descenso de radiación UV que está experimentando mi cuerpo. O eso, o la falta de sal en mi piel. Terrible realidad: la época de caracoles ha pasado y a las 21:30 ya no es de día. Velvetina, lo siento, hay que afrontar la realidad: somos europeos y eso se paga con la disminución de horas de luz y los bajos estados de ánimo. En breve los parisinos empezarán a sufrir tremendos retrasos en la línea 1 los viernes por la tarde: el cambio de hora de finales de octubre abrirá la veda de suicidios y varios cientos de anónimos desamparados decidirán poner fin a su triste inexistencia. Por supuesto, es necesario tirarse a las vías un viernes por la tarde: joder el regreso al dodo de fin de semana de miles de dodo-metro-boulot-adictos es el minuto de gloria ansiado. Todos pensarán en esos anónimos: por fin existen.

A las puertas de mi primer empleo empiezo a planificar mi jubilación: casa blanca de puertas y ventanas de madera pintadas en azul. Porche que albergará una hamaca y varias macetas con aloe vera y la luz expulsando cualquier intento de sombra reconfortante. Mi compañera de retiro: carácter nórdico, cansada del sol de media noche y por supuesto, de la luna de las tres de la tarde. Lo de nosotros fue un acuerdo tácito:

- Ya está bien, vámonos de cualquier parte. Dije yo.
- Jag älskar dig. Dijo ella.

A esas alturas será suficiente para llamarlo Amor.


El mar bien azul al fondo.


Y la isla, hueca en su interior...

6 comentarios:

Anónimo dijo...

No sabía de tu futuro blanco y azul en forma de casa... Compartimos algo más que años juntos por lo que veo...
Un mismo sueño quizás...
¿Te he dicho alguna vez que te quiero?
Todo esto me ha ispirado tu relato...

Velvetina 103 dijo...

Yo prefiero seguir pensando que aún qudan días de verano..aunque el horizonte se empeñe en demosstrar lo contrario....besos a los que buscan algo más....

GaLa® dijo...

''Deberíamos usar el pasado como trampolín y no como sofá''
- Harold Macmillan

Y que conste que no pienso que estés tirado en tu sofá, pero a veces es necesario, justo y necesario, (irreverencia o irrelevancia), salir de casa a dar una vuelta, coger aire lentamente, soltarlo poco a poco y mirar el maravilloso futuro que tenemos por delante.
Un consejo:reinventa tu vida cada día.
Y un beso fuerte.

kikito dijo...

Yo cuando sea viejo quiero estar en un asilo con una conexión a internet tocha y pasarme las noches jugando al quake.

Espero conservar los dientes o que la tecnología me permita tener unos dientes sintéticos, pero si no fuera así, optaré por la alimentación intravenosa.

GaLa® dijo...

kikito, dios!es lo más friki que te he escuchado en mucho tiempo!!

Anónimo dijo...

La vida no es un block cuadriculado sino una golondrina en movimiento que no vuelve a los nidos del pasado porque no quiere el viento.

Se aconseja dormir a pierna suelta lejos de tentaciones de diseño, que no pase de largo por tu puerta el hombre se tus sueños.

Hacen falta cosquillas para serios, pensar despacio para andar deprisa, dar serenatas en los cementerios muriéndonos de risa.

SALUDIÑOS DESDE GALICIA. Maria.